La producción arrocera le abre la puerta a más granos y pasturas, que se suman a una ganadería de punta.
En 1909, el genial novelista valenciano Vicente Blasco Ibáñez (“Los cuatro jinetes del Apocalipsis”) paseaba su fama por el mundo. En su periplo aterriza en la Argentina. Deslumbrado por esa combinación de crecimiento fulgurante y expansión cultural de aquellos años, se enamora del país a primera vista.
Al año siguiente, regresa. Pero no ya como un hombre de las letras, sino que decide hacerse colono, agricultor. Compra tierras en Corrientes, sobre el Paraná, y organiza una colonia que bautizó como “Nueva Valencia”.
Acompañado de decenas de inmigrantes valencianos, Blasco Ibáñez impulsa el cultivo del arroz, el ingrediente típico de la paella. Su aventura agrícola no terminaría bien, porque el banco que financiaba el proyecto quebró. Pero el arroz quedó. Tanto, que hoy Corrientes es la principal provincia productora de arroz de la Argentina.
Es para celebrarlo. Y así lo entendió la Asociación Correntina de Plantadores de Arroz, que festejó los cien años de la primera siembra de este cereal, base de la alimentación mundial, en la provincia.